Vestigios
de un naufragio
Por Cruz Enrique Otero.
El hecho
que voy a narrar constata que el río Tocuyo era navegable. A finales de marzo
del año 2001 una sorpresiva noticia corrió como pólvora en la región serrana de
Viloria, municipio Unión del estado Falcón, limítrofe con el municipio Urdaneta
del estado Lara, ¡acababa de ser divisado un barco de vapor en el seno del río
Tocuyo!
Jamás el
caudal del río había descendido tanto. Por este motivo es que quedaron a la
vista los restos de un barco cuyo naufragio debe haber ocurrido en el año 1850,
aproximadamente.
El casco
corroído de la nave tiene unos treinta metros de eslora. Se trata de un
auténtico barco fluvial, aunque no se ha determinado si trabajaba en base de
propulsión de propela o de ruedas con paletas. Los trabajos de excavación han
podido dejar al descubierto piezas del casco y del mecanismo interno, entre
ellas una caldera, un gran eje provisto de una rueda y un cardán provisto de
una serie de engranajes, un grupo de pernos torneados y grandes piezas de
madera que presumiblemente conformaban la cabina y los camarotes. En el lecho
del río fue encontrada un ancla.
Para la
fecha en que fueron descubiertos los restos del vapor no se pudo determinar el
origen de éste, aunque se cree que su fabricación haya sido inglesa y no
norteamericana. Es de suponer que cuando la nave se varó o naufragó, fue más
fácil para la tripulación abandonarla que tratar de ponerla a flote.
Las
labores de excavación estuvieron a cargo del arquitecto Julio Andrade,
habiéndose recibido colaboración de varios productores agrícolas de la zona
larense, tales como los señores Luis Perdomo, Víctor Tovar y Alfonso Andrade.
El
primero en comunicar públicamente la noticia del hallazgo del barco fue Oscar
Castro Leal, periodista del diario El Impulso de la ciudad de Barquisimeto.
También fueron publicadas fotografías que pertenecen a Julio Andrade y Elías
Rodríguez.
Realmente,
antes de ser encontrado el barco, muchos años atrás se conocía la versión del
naufragio, puesto que el caso se había convertido en leyenda debido a las
narraciones orales transmitidas de generación en generación por los habitantes
de Moroturo (estado Lara) y Santa Cruz de Bucaral (estado Falcón); incluso, el
lugar donde se creía que estaba hundido el barco había sido bautizado con el
nombre de El Vapor.
Tres
expediciones se habían realizado para dar con el paradero del vapor encallado
en el río, pero fueron infructuosas; inclusive, la que hizo una comisión de la
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, de la ciudad de Coro en
1978, tampoco tuvo éxito.
La
aparición del barco hizo constatar que el río era navegable en toda su
extensión, desde la desembocadura en el mar Caribe hasta la zona de El Tocuyo,
en el estado Lara. Es posible que el servicio a que se dedicaba haya sido el
traslado y comercialización de renglones tales como leña y carbón.
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