lunes, 1 de julio de 2019

La vida espiritual de la familia

La vida espiritual de la familia


Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
(Deuteronomio 6:6-7)


Los padres deben llenar sus corazones y sus mentes con la palabra de Dios para luego enseñarla a sus hijos. Su ejemplo amoroso y constante viviendo de acuerdo con los mandatos de Dios les inspirará y bendecirá. La familia que ama a Dios comparte de forma natural lo que Dios hace en su diario vivir y cómo él interviene en los problemas del día a día.

La unidad en el matrimonio

La unidad en el matrimonio




Todo nuevo matrimonio debe dar prioridad a su unión y vivir de acuerdo a los mandatos de Dios. Aunque todavía pertenecemos a la familia en la que crecimos, al casarnos pasamos a ser uno con nuestro cónyuge y formamos una nueva familia. Tomaremos nuestras decisiones juntos delante de Dios y buscaremos su voluntad para nuestro futuro y bien común.

El origen de la familia

El origen de la familia


Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
(Génesis 1:27-28)

Dios creó al hombre y a la mujer y los bendijo, dándoles una misión compuesta por dos partes. Primero, multiplicarse, ser fructíferos y llenar la tierra con hijos. Vemos que sin la unidad sexual del hombre y la mujer no habría continuidad. La segunda parte de la misión consistía en someter la tierra, cuidarla, cultivarla, y dominar a los animales.


Los seres humanos fuimos creados a la imagen de Dios y tenemos un propósito asignado por él. Somos llamados a contribuir en el lugar donde estamos. No solo eso, a diferencia de los animales, los humanos poseemos cuerpo, alma y espíritu lo cual nos da la capacidad de tener una relación de amistad con Dios, fuente de amor y sabiduría.